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La historia de un trailero parte 1

Actualizado: 29 ago 2022




Hoy les queremos compartir la historia de un trailero que seguramente han escuchado, leído o hasta vivido en carne propia. Y esto dice así...

En un pueblo llamado Colorines, cerca de Valle de Bravo, conocí a un viejo trailero llamado Gerardo, a mí me gustaba su hija y frecuentaba a la familia por esa razón. Una ocasión me invitó a nadar a un lugar llamado “El cerrillo”, como era de esperarse, fui con ellos. Fue uno de los viajes donde experimentas de todo, con decirles que sin planearlo, comencé una bonita relación con mi nueva novia. Pasamos de esas buenas risas donde te duele la panza porque no puedes parar, hasta esos abrazos fuertes y escalofriantes en los que mueres de miedo pero, recuerdas que está esa persona para sobre llevarla, y ahora les explico el porqué… La última noche antes de regresar a nuestro pueblo, el señor Gerardo empezó a contar historias de sus viajes en el tráiler, historias de terror para ser precisos, y de todas las que escuché, esta es la mejor. Con esto reafirmo que cada vez son más las personas que creen en esto y mil cosas más. Eran las 2:30 de la madruga de un miércoles cualquiera, montado en la cabina del tráiler, se dirigía a San Luis Potosí a un paso constante. La carretera obscura era vestida por las luces deslumbrantes del tráiler, acompañado por un desfile de árboles de todos tamaños y formas, pinos gigantes, un cielo estrellado y la luna blanca reflejaba su luz resplandeciente. Rodando en el camino, entra a una curva pronunciada en la que de repente y sin razón alguna, el tráiler comienza a bajar la velocidad hasta detenerse por completo en medio de la nada. El señor Gerardo, sacado de onda, apaga el motor, enseguida el suiche. Unos minutos después prende el suiche para darle marcha, pero ya no quiso arrancar, realizo los mismos pasos una y otra y otra vez que comenzó a desesperarse. Al ver que no daba resultado y asustado por el lugar donde se detuvo, bajó del tráiler, sacó sus señalamientos, caminó unos cuantos metros atrás del lugar donde estaba ubicado, los colocó. Regresó al tráiler y subió a la cabina. Mientras la neblina se volvía cada vez más espesa y fría, espero un momento para ver si algún carro pasaba por ahí, pero ni el viento se hizo presente. Así que, decidió recostarse en el asiento. De repente escucha un -¡toc - toc! en una de las ventanas, enseguida se enderezó y miró por la misma, apenas se alcanzaba a distinguir una rara silueta. Alzó su mano izquierda y miro el reloj, marcaba las 4:30am. Asustado y decidido a bajar de su vehículo, se asomó debajo del asiento, metió su mano izquierda y sacó un bat de béisbol que guardaba ahí para cualquier emergencia. Se armó de valor y abrió la puerta. Inmediatamente, una mano lo ayudo a bajar, notó que era muy áspera y callosa. No le dio importancia, y por educación saludo – “Buenos días amigo”, a lo que le respondieron – “Buenos”, mientras la neblina se dispersaba y dejaba ver al sujeto. Lo describe como un hombre delgado que vestía un poncho típico de pueblo (con colores chillones) y un sombrero grande. El hombre de tan peculiar vestimenta, le dijo,”-He revisado su camión mientras dormía, ¡tenga cuidado, lo pueden sorprender!, El viejo trailero le respondió muy con mucha inquietud pero amablemente -“Gracias, me ha vencido el sueño. Dígame, ¿usted es mecánico?”, el hombre sonriendo – “no, pero he visto casos como este, el camión no tiene agua... hizo una pequeña pausa, se quedó pensando unos segundos y continuó con una pregunta tentadora –“mmmm… si usted gusta, mi casa está a unos kilómetros de aquí, ¿por qué no me sigue? Gerardo se sorprendió, y claro, tenía sus dudas de la invitación que le acababan de hacer. Antes de tomar la decisión, caminó directamente a revisar las referencias que le había dado el hombre. Tocó el cofre, estaba muy caliente, así que decidió sacar un trapo de la cabina, lo colocó cuidadosamente, y al abrirlo se dio cuenta que, en efecto, su unidad no tenía agua. Anonadado por lo sucedido, se la jugó y siguió al sujeto. Tomo un garrafón y su bate y se adentró en lo profundo del bosque que quedaba frente a la curva donde había quedado varado. Caminaron durante una hora, sin que el otro dijese palabra alguna. Empezaba a aclarar y Gerardo preguntó –“¿falta mucho?”, el hombre negó con la cabeza y siguió, Gerardo se preocupó pero necesitaba el agua y siguió detrás del hombre. Al poco rato, volvió a preguntar –“¿falta mucho?”, el hombre se detuvo en seco, y con un dedo apunto a una cavernita muy pequeña rodeada de árboles y matorrales. Gerardo se inmovilizó, el hombre lo invitaba a seguir, pero él no se movió, entonces, el notó que el frío se hacía cada vez más fuerte y el bosque era más obscuro. Dio unos pasos hacia atrás y el hombre empezó a reír macabramente y a correr hacia los árboles tan fuerte fue su risa que hasta rebotaba por los árboles y matorrales del lugar. De repente, alzó la vista y diviso a un hombre parado en una rama, el cual, con voz estridente le dijo –“hoy casi me perteneces, de no ser por tu pregunta y tu miedo serias mío. ¡Cuídate que algún día vendré por ti! Gerardo se ubicó y noto que estaba a centímetros de un arrecife, dio la vuelta y a toda prisa corrió y corrió hasta salir a donde su travesía había iniciado. Llegando a aquél lugar, se encontraba junto a su tráiler otro trailero y dos patrullas federales, uno de los policías le preguntó –“¿este vehículo es suyo? - “¡claro! Me quedé sin agua, eso es todo”. Lo observaron los tres incrédulos y le preguntó el otro trailero – “¿y la consiguió? Gerardo contestó - “no”. El colega –“yo tengo en mi tráiler, le daré un poco”. El oficial que lo había interrogado, se acerca al vehículo diciéndole –“yo le daré café, ¡apuesto a que necesita uno! Los dos volvieron con los líquidos prometidos y al dárselos, lo veían como si él ocultara algo. Se acercó a Gerardo el otro federal manifestando –“¡vamos hombre, solo dilo!, te creeremos, lo prometo. Gerardo se quedó helado, y expresó – ¿de qué me hablan? Trailero preguntó - ¿eres nuevo en la ruta cierto? - Sí, respondió Gerardo. - ¡Eso explica todo!, ¿ya te fijaste dónde se paró tu tráiler? - No, dijo. El trailero señaló. Gerardo enmudeció. Al lado del tráiler, justo al dar la vuelta a la curva, había unas cruces con nombres de diferentes personas. El trailero subió hasta donde podía y señaló una muy vieja y dijo – “te presento al demonio del camino, pero creo que ya lo conoces”. El oficial que le ofreció el café –“siéntese y cuéntenos, ¿qué le hizo el viejo demonio? Él obedeció y contó lo sucedido, los oficiales y el trailero se miraron y dijeron lo de siempre… -“Ponga atención amigo, ahora escuchará la leyenda de este sujeto. Fue hace años, cuando se dio la noticia de un hombre que fue encontrado en el arrecife, que a diferencia de todos los encontrados ahí, el hombre era un nativo de la región. Él salió a traer agua de un poso que está a la vuelta (el oficial señalo la curva), y al pasar por aquí, encontró a unos ladrones del camino, es decir, atacantes de camioneros. Ellos le pidieron agua y él se negó, por injusta razón, lo golpearon, apuñalaron y lo tiraron a la peña para no dejar rastro de él; lo que los ladrones no contaron fue que, un camionero se paró a orinar, los vio en la distancia y éste reportó a las autoridades el crimen. Cuándo los detuvieron, uno de los implicados era un trailero de esta ruta que sabía los horarios de las cargas fuertes, este sujeto fue el que lo apuñaló y lo tiró al despeñadero”. Desde entonces, muchos traileros han muerto justo aquí, señalando las tumbas, y los que no, han sido encontrados en la peña de la que vienes, cuando no, los estrella, les seca el radiador y los ayuda, “entre comillas” dijo el oficial, porque va y los tira justo dónde tiraron al otro trailero. - Suponemos que odia solo a los traileros, porque son a los únicos que tira o estrella. - “Tranquilo amigo, tome su café y lo invitamos a desayunar” dijo el trailero. Como era de esperarse, el viejo trailero solicitó su cambio de ruta. Jamás volvió por el rumbo, no sin antes escuchar a sus compañeros contar la leyenda que él ya sabía, y de una manera muy particular.











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